La vida es una puta que disfruta jodiéndonos, y la único que podemos hacer es tener unos cojones tan grandes que podamos joderla nosotros a ella.
La muerte es una sádica que nos mira a la cara y se ríe de nosotros. Así que por qué no mirarla a ella a la cara y devolverle la sonrisa.
Y con este bonito panorama, qué nos queda.
Nos queda la fe y la esperanza en que todo esto no sea sólo una prueba. En que los buenos sean recompensados. Y que los no somos tan buenos no recibamos un castigo demasiado duro.
Este fin de semana he despedido a una muy buena persona, esperemos que haya sido recompensada.

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