No he podido evitarlo. Sabía, cuando la vi por primera vez que teníamos que acabar juntos y poco a poco empecé a moverme para conocerla mejor, viendo fotos suyas, analizando su color y sus perfectas medidas... Me daba miedo incluso tocarla por si mis indignos dedos llegaban a molestarla. Pero hoy, después de meses de persecución, cantares de amor, flores, paseos, cenas, poemas y algún que otro momento de sexo salvaje, por fin está entre mis brazos, rendida como una tierna gatita negra, esperando a que juguemos los dos durante toda la noche. Ahí está chicos. Es mía.

1 Matices precisos:

panchito el glu glu dijo...

Dios mío, como todas las mujeres ya te ha poseído.