Me lo pregunto día a día. Es una de esas dudas que hacen que un gato suba por los tejados a enamorar a la noche. Parece no haber secretos, no haber muros que oculten esos tesoros que alguna vez enterramos. Los piratas somos simples niños que creen haber crecido, buceando en un mar en el que nunca encontraremos perlas. Fue una gran época de descubrimientos increíbles, nos cegamos por el destello de treinta soles y al final vimos tanto que no deberíamos haber visto que ni siquiera el fuego delante de nuestras narices nos quita ese velo. Es gracioso como la sonrisa asoma, si en el fondo siempre supe que era así, descarnada y omnipresente bastarda llamada verdad. Me llenas de vacío haciéndome olvidar todo lo que imaginé que fue bueno. Haciéndome saber mucho más de lo que quiero. Llegado el punto en el que el vacío que tengo me parece cómodo y aceptable, es un momento para preguntarse en dónde me he quedado. Qué cojones estoy haciendo. Y qué cojones quiero hacer.

No puedo soportar los días en los que no me miento. En los que no me pregunto...

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