Tú no estás ahí. No miras la pantalla en blanco a las cinco de la mañana sin poder dormir. No cuentas cada latido podrido de tu corazón para saber que estás vivo. No estás recordando demasiadas cosas. No piensas que mañana jugarás a algo y el vicio ocupará el vacío. No te odias por sentirte así. No te estás resignando a lo que tienes. No crees que ya no podrás tener nada más. No buscas luz en el techo de tu habitación completamente a oscuras. No te cuesta coger aire. No estás pensando en gris. No te frotas los ojos porque ya te duelen. No tienes insomnio. No acabas de leer cosas que te han recordado la mierda en la que vives. No te acabas de sentir asqueroso por escribir lo anterior porque sabes que es mentira, pero aún así te lo parece. No te están entrando ganas de acostarte en el suelo para ver si te hundes y no sales más. No estás cansado de analizar gente y decepcionarte cada día más. No necesitas un abrazo. No tienes ganas de llorar. No te invade esa maldita calma. No tienes ganas de dejar de escribir todo esto.

Vete. Tú no eres yo.

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