Cuanta el viejo entre dientes
que se acabó la guerra.
Me debí dormir a la tarde,
antes de los cañones y los disparos en la frente.
Con el humo de sangre saliendo del pitillo, de la comisura.
Sólo un cadáver de yo dormido en la locura. STOP.
Cuenta el niño, temblorosa la voz,
que fue horrible mientras duró.
No invité a cenar al bombardeo, preciosa.
Llegó por razones poderosas, por los cojones
tan faltos de motivos como la risa que admites.
Sin razón de ser, como tu nuca entre mis dientes. STOP.
Cuenta el periódico que nada igual
que se haya visto. Normal, porque yo no ví
venir la guerra, sólo sentí el suelo temblar,
sentí la traición, la alianza, el rebelde, el principio. STOP
Cuenta la radio que llegó el final,
y no encuentro la catacumba carmesí
donde dejé los papeles firmados de desertor,
vergüenza del país, de su ciudad y su amada,
mándalo urgente, preciosa, mi telegrama. STOP
Cuentan los tuyos, corazón, que ganó el bueno y perdió el malo.
Y quien soy yo, perdedor empedernido, para contrariarlos.
Nos vemos en… The Penguin and the Necksnap
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Aquí nos movemos permanentemente: The Penguin and the Necksnap. Plumaseca
seguirá publicando sus aventuras en: Squeeze me, please. Gracias a todos
los que ...
Hace 14 años
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