¿Cuándo perdiste el norte amnésico
por querer dar otra vuelta de campana?
¿Cuándo despreciaste la mirada
que echabas de reojo al reloj?
¿Cómo lo cogiste por los cuernos
si ya estaban limados por fantasmas?
¿Cómo recorrí todo tu infierno
con sólo dos entradas por persona?
¿Quién te culpó tanto que no puedo
ni debo responder a las verdades?
¿Quién, dime, quién fue esta vez?
¿El casi, el podía, el tal vez, el luego?
¿Por qué entonces la guerra de neutrales,
callados, maniatados, indigentes?
¿Porqué aún me embargas al robarte,
si te evito cuando no puedo evitarlo?
¿Dónde descansa la cama que partimos
con prisa de perder el mar de fondo?
¿Dónde terminan once preguntas
cansadas de andarse con rodeos?

Acabarán las preguntas algún día y aún así quedarán los restos, la marca disfrazada de anestesia que crea adicciones de tinta y papel. Las ganas de saber lo que podrías saber con preguntalo y no preguntas...

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