Mendigo de piezas de otros, de las partes corrompidas de espíritus encarcelados. Un horizonte previsible en el que no amanece más que a tiros. Sin acción no hay sentimiento que valga, vuelan todos desterrados por una parte más fuerte y quizás también más débil. Por inestable, por supuesto. Vaivén de risa y llanto que te empujan contra nada, contra el vacío miserable del que escapas día a día. Cogerlo es fácil. Es cerrar la mano y aislar el mundo con un lazo negro. Plasmar en un mapa lo poco que puede quedar de un tesoro es el dulce desconsuelo de un pirata cojo. Las dobles parejas narcotizan los pokers que esperan en mi manga. Si quieres los saco y apuesto el triple a que fracaso. Las manos que sirves tú mismo no son arriesgadas, son perversas.
Perversa es tu frente marchita, clavada en la esquina de mi mente donde doblan por azar las dudas que no quieren ni deben ser sacadas. Arena ardiendo es el resto de lo mío, de lo tuyo, de lo vuestro... ¿Notas un poso de ceniza en la garganta al fumarte sin piedad un corazón? Pruébalo, es la falta de anestesia en la herida que supuras, es el vinagre en la llaga, es el vino que bebes a la salud de un borracho muerto.

Es Gris, cuando se vuelve Rojo.

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