Últimamente soy de los que dicen que se está mejor sólo. Es verdad que algunos traumas te dejan reticente a cualquier tipo de relación, te hacen perder la fé en muchas, muchas cosas (No Woman No Cry, ¿no Bob?). La fé está relacionada con la esperanza, con algún sueño idealista, imposible, estúpido y precioso que yo por lo menos quiero alcanzar aún sabiendo que nunca será real. Algunos necesitamos (como decía en su momento Kaos) las ilusiones para vivir, por muy pequeñitas que sean. Personalmente agradezco cada pequeño detalle que me brindan los días y no espero milagros, sólo tengo fé en algunas personas que hacen que levantarse con una sonrisa sea todavía posible. Para quien no crea en el amor, para quien se mienta a si mismo, para quien se ahogue en su tristeza, para quien a pesar de todo quiera ser un gato perdido en los tejados, para quien ame a la luna, para quién cree que siempre habrá alguien, una canción para la Magdalena:

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Si, a media noche, por la carretera
que te conté,
detrás de una gasolinera
donde llené,
te hacen un guiño unas bombillas
azules, rojas y amarillas,
pórtate bien
y frena.
Y, si la Magdalena
pide un trago,
tú la invitas a cien
que yo los pago.
Acércate a su puerta y llama
si te mueres de sed,
si ya no juegas a las damas
ni con tu mujer.
Sólo te pido que me escribas,
contándome si sigue viva
la virgen del pecado,
la novia de la flor de la saliva,
el sexo con amor de los casados.
Dueña de un corazón,
tan cinco estrellas,
que, hasta el hijo de un Dios,
una vez que la vio,
se fue con ella.
Y nunca le cobró
la Magdalena.
Si estás más solo que la luna,
déjate convencer,
brindando a mi salud, con una
que yo me sé.
Y, cuando suban las bebidas,
el doble de lo que te pida
dale por sus favores,
que, en casa de María de Magdala,
las malas compañías son las mejores.
Si llevas grasa en la guantera
u un alma que perder,
aparca, junto a sus caderas
de leche y miel.
Entre dos curvas redentoras
la más prohibida de las frutas
te espera hasta la aurora,
la más señora de todas las putas,
la más puta de todas las señoras.
Con ese corazón,
tan cinco estrellas,
que, hasta el hijo de un Dios,
una vez que la vio,
se fue con ella,
Y nunca le cobró
la Magdalena.

Título: Una canción para la Magdalena
Año: 1999
Letra: Joaquín Sabina
Música: Pablo Milanés
Disco: 19 Días y 500 Noches (1999)

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