Letras.

Que están ahí para consolarnos. Para hablarnos de amores que no existen. Para describir mundos nuevos, más emocionantes que el real, más verdaderos que el nuestro. Para enseñarnos sentimientos. Para contarnos los secretos mejor guardados en sus entrañas. Para dormir con nosotros. Para hacernos pensar en que aún hay fantasía en un lugar gris. Para ser tocadas. Para ser leídas. Para ser devoradas. Para ser admiradas. Para ser odiadas y rechazadas. Para enseñar una belleza que no es de esta época. Para traer aromas desconocidos. Para que cuando las recuerdes tu corazón se encoja añorándolas. Para siempre. Verdad y mentira.

¿Mujeres o letras?

Una de Bunbury, que últimamente me tiene muy enganchado:

Álbum: El Viaje a Ninguna Parte.

Canción: Canto (el mismo dolor).

Canto porque me levanto siempre con las mismas penas,
con las heridas abiertas que siguen sin cicatrizar.
Vago por las veredas, por desiertos, por la selva,
surcando los anchos mares, hacia ningún lugar.

Canto porque me canso de dar explicaciones,
no tengo soluciones, ¿para qué tanto preguntar?
Salto de cama en cama, de boca a boca, de falda en falda.
No vuelvo por donde vine, nunca miro hacia atrás.

Y no hay mejor ni peor, pues con la gente que tropiezo,
sufren del mismo dolor, están igual, el mismo dolor.
No hay mejor ni peor, si estás quieto o en movimiento,
sufres el mismo dolor, estás igual, el mismo dolor.

Canto porque me harto de lugares concurridos,
de esquemas aburridos para conseguir seguridad.
Parto de aquí a otro lado, crías cuervos, y te comen los ojos luego.
Canto porque me levanto, siempre con las mismas penas.

Y no hay mejor ni peor, pues con la gente que tropiezo,
sufren del mismo dolor, están igual, el mismo dolor.
No hay mejor ni peor, si estás quieto o en movimiento,
sufres el mismo dolor, estás igual, el mismo dolor.

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Vídeo.